Erika Aquino (Piura, 1988)
I.
La lluvia refleja la lluvia
En mi cabeza están naciendo hidras
¿A quién cobijas, sino a un pedazo de color estéril?
Soy un tentáculo abrazándote las piernas
El tiempo ha caído al mar
Mi cama es un ovillo de cabellos cansados
De mi cabeza salen raíces hermosas
Soy campo
de mí crece hiedra púbica
y de mi boca salen barcos de papel.
Frente a los centauros del mar
mi piel resiste al silencio
Las olas golpean la tristeza de mi seno extirpado
Te miro Brausen:
Esta ciudad solivianta mis huesos
y no tengo más amor
que esta carne cayéndose a pedazos
TERCER LABERINTO O LA VOZ DE ANTÍGONA HABLÁNDOLE A ISMENA
I.
En la ciudad han arrojado mi cuerpo
contra el polvo que arranca oscuros centauros
La noche es más lejana
ahora que duerme
en nuestros ojos de halcón marino
“Hemos perpetrado entonces un acto extraño”
Hemos sido testigos de la destrucción de las piedras
a quienes se les demolía el llanto
la nueva hierba de su vientre efebo
el mosto sagrado del vino dulce
Y te pregunto
Si tú /Ismena/ me oís
Si has muerto aquel laberinto
donde tu miedo era espeso y verde
Y se levanta mi furia
porque no encuentro mi cuerpo
en los anaqueles de la historia
Y el demos me pisotea la carne
dejándome las huellas de sus pies
Y también la memoria me hiere
¿Cómo engendrar este coro que llora y llora
Y no dice
Y no hace
Y no vive?
¿Cómo amar a este dios irremisible para la tristeza y la justicia?
¿Cómo sanar los latidos de esta ciudad
y perpetrarla en mi piel
si el mundo es apenas un odio pequeño?
¿Me sentís acaso hermana?
¿Sentís el holocausto de esos muslos mutilados
por peces y corazones dilatados?
¿Sentís la caverna de la ley que me sobra en la piel
y se me sale de los poros como sudor impuro?
¿Sentís el miedo que se levanta
y se aleja y cabalga cual caballo herido?
¿Me oís /Ismena?
Y oís esa soledad que se me hace espejo
y me mutila los ovarios para no nacer
¿Qué vientos arden en tu espíritu /Antí-gona?
¿Qué dioses te han abandonado en este emporio delirante?
¿Qué fue de tu inocencia y de tus racimos dulces?
Era otro sol el que apaciguaba las tormentas
otro domingo que se vestía de demencia
otro dios en las danzas de la razón
Entonces
NO ERA NADA
QUINTO LABERINTO O LA IRRUPCIÓN DE LOS SUEÑOS O TRANSFIGURACIÓN DE LA MUERTE
I.
La hostia en la iglesia fue testigo de la tarde cayéndose en ruinas, de la gestación extraña y telúrica; entonces, la anulación crepitante del agujero negro, el holocausto terrible y espantoso donde nos vimos húmedos y desnudos .
Fue terrible nuestro éxodo a las grietas de la tierra. Nos colocamos allí presos de espanto. Y nuevamente el regreso al caos primordial.
Amé al barro con su noche infinita, nacieron tus ojos de mis costillas. Derrumbé mi andamiaje colosal esquizofrénico, el ruido metafórico, mi piel surrealista.
Y ahora esta lujuria que siento por ti, Artidoro, que no se quebranta ni se adolece ni se entrega a los musgos de las horas tardías.
Erika Aquino Ordinola (Piura, 1988). Es magíster en Literatura por la Pontificia Universidad Católica del Perú y ganadora del primer puesto en los Juegos Florales de Poesía “Carlos Eduardo Zavela” (Chimbote 2009). Ha publicado en las revistas Plazuela Merino, Sietevientos, La poesía no tiene sexo, Lucerna, Caleidoscopio y la revista de la maestría en Literatura Hispanoamericana Espinela. Ha participado en diversos recitales en las ciudades de Piura, Chiclayo, Chimbote, Trujillo, Lima y París. Ha publicado su primer poemario Laberintos y transfiguraciones (2015), libro del que proceden estos poemas.
LA VOZ DE LA VATE QUERECOTILLANA ALBERGA RESONANCIAS MITICAS.
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