NARRATIVA COMPLETA
Autora: María Rosa Macedo
Editorial: PUCP
Páginas: 696
Año: 2011
Por: Daniel Romero Suárez
La entrega que pone fin a la colección Obras Esenciales consiste en una recopilación de la obra narrativa de María Rosa Macedo (1909-1991). Además de los textos narrativos, se agregan dos retratos a color de la autora, pintados por Enrique Camino Brent y José Sabogal, así como las portadas y contraportadas originales. Narrativa completa inicia con una presentación de Alfredo Bryce Echenique. Con palabras cargadas de emoción y ternura, Bryce ofrece el testimonio de su relación con la familia Macedo. Revela datos biográficos que ayudan a comprenden la sensibilidad artística de Macedo: su vida infantil en la Hacienda Montesierpe y la lectura de Faulkner, Hemingway, Fitzgerald, entre otros.
A continuación se tiene el primer acercamiento que intenta abarcar de manera total la obra de Macedo: «La narrativa de María Rosa Macedo: acertada exploración de personajes del escenario rural» de Eduardo Huárag Álvarez. En primer lugar, se esboza el contexto literario en que se inserta la obra de la narradora: el llamado «posmodernismo» o «regionalismo». Esto por su clara mirada hacia el interior del país, a diferencia de la narrativa posterior que sería, predominantemente, urbana: «[Macedo] con el estilo que la vincula al modernismo, se propone recrear –ficcionalmente, aunque se insistirá en que se trata de personajes reales y auténticos– el mundo de los campesinos de esa zona del país. Su realismo la llevará a presentar a sus personajes con los rasgos propios de la oralidad coloquial, consiguiendo con ello un matiz de autenticidad» (p.31). En la sección dedicada a Ranchos de caña, se establece una clasificación de los relatos. Así, tenemos narración ficcional, recreaciones literarias a partir de la oralidad popular, entre otros. Luego se exploran las motivaciones sociales y estéticas de la escritora.
Superando la «poca profundidad» que se les adscribe a otros autores de la época, Macedo logra crear sujetos en conflicto («Voces junto al río»). Según Huárag, el personaje con una conciencia propia más lograda se halla en «Don Costán». En este cuento «estamos ante un relato que se aparta de los rasgos propios del cuento moderno. No se estructura en función de una pericia o un hecho anecdótico […] comprende un conjunto de episodios de la vida del protagonista, sus momentos de felicidad, pero también sus frustraciones y su inevitable deterioro por su adicción al alcohol» (p.65). Este cuento, además, se estructura gracias al uso moderado de la elipsis, recurso narrativo muy utilizado por la narrativa posterior. Las dos últimas secciones del estudio ahondan en la novela Rastrojo y en los llamados Relatos sueltos a través de diversos tópicos. La edición presenta, asimismo, una recopilación de la escasa bibliografía dedicada a Macedo.
La primera publicación de Macedo que se incluye es Ranchos de Caña (1941), que está dividida en dos secciones: «Ranchos de Caña» y «Viento Andino». En esta última, el lector se sumerge en descripciones incisivas del paisaje peruano. Casi la mitad de ellas publicadas en diarios nacionales, superan su carácter de crónica para transformarse, por momentos, en prosa poética. En la primera parte, por otro lado, existe una mayor tendencia hacia la narrativa ficcional. Son nueve los cuentos en que el lector descubre personajes de la costa sur, en situaciones tanto festivas («Martes de Carnaval») como plagadas de violencia y sangre («El disgraciau»).
Narrativa completa nos presenta a continuación Rastrojo, seleccionada para representar al Perú en el Concurso hispánico de novela. La novela se estructura en torno a Martina, mujer trabajadora y solidaria, que sobrevive a dos generaciones posteriores, por lo que vive la introducción de la «modernidad» a Vitoy, pueblo que solo dejaría durante poco tiempo. Novela que intenta describir la totalidad de la vida social del pueblo, Rastrojo abarca una línea temporal que, podría decirse, se inicia a mediados del S. XIX y se extiende hasta la década de los treinta o cuarenta del siglo XX.
En el prólogo, Macedo revela su objetivo: «La novela de la Costa está por escribirse. La Sierra y la Montaña han tenido magníficos intérpretes, que supieron ver toda su apasionante hermosura y la describieron en obras de gran categoría literaria y hondo sentimiento humano» (p. 251). Hombres de tierra adentro, colección de cuentos de 1948, representa una evolución en la narrativa de Macedo. Como ya se mencionó, presenta algunos ejemplos de una técnica narrativa de avanzada y, por otro lado, continúa en la configuración del universo narrativo de las haciendas costeñas. En la sección «Otros Cuentos», se reproducen cuentos publicados en diarios entre 1936 y 1965.
Paisaje y hombres de mi tierra (1945) puede considerarse como reflexiones sobre el oficio literario. Macedo se remite a experiencias de su infancia como motivadoras de su narrativa: «Referirme a cualquiera de mis producciones literarias es remontarme a los días de mi infancia» (p. 667). Sin embargo, no nos enfrentamos a un texto académico y hermenéutico, sino que la conciencia de Macedo fluye libremente, por lo que, por momentos, la lectura se asemeja a la de un relato.
La edición reproduce en sus páginas finales la entrevista que Mario Vargas Llosa hizo a la autora, publicada en el diario El Comercio el 23 de octubre de 1955.
Como comentario final, es importante resaltar que la obra de María Rosa Macedo conforma un solo cosmos: sus cuentos pueden considerarse parte del universo narrativo de la novela Rastrojo (del mismo modo ocurre con los cuentos de Gabriel García Márquez y Cien años de soledad).
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