Artículos, Lucerna No. 9

Arte, poder y violencia en Trabajos del reino de Yuri Herrera (Lucerna N°9)

[Extracto del estudio: «Arte, poder y violencia en Trabajos del reino de Yuri Herrera». En: Lucerna N°9 (2016)]

Por: Coralie Pressacco

I. Introducción
Hace ya muchos años que el tráfico de drogas empezó a infiltrar todas las esferas de la sociedad mexicana. A principios del siglo XXI, surgió en México una nueva tendencia literaria llamada “narcoliteratura” por una parte de la crítica. Aunque ese nuevo género literario es esencialmente mexicano, los escritores de esta nueva generación gozan de un reconocimiento internacional: sus novelas –traducidas a varios idiomas– han tenido gran éxito en todo el mundo.

Nacido en Actopan (Hidalgo) en 1970 –pero formado en Estados Unidos– Yuri Herrera ocupa un lugar privilegiado entre esos autores inventivos y extravagantes. En sus dos primeras novelas Trabajos del reino y Señales que precederán al fin del mundo, el joven escritor narra la violencia que va asolando al México actual.

Para llevar a cabo la redacción de su primera obra, Yuri Herrera hizo una verdadera investigación de campo en Ciudad Juárez –una de las ciudades con más homicidios en el mundo– además de leer sobre la vida de los grandes capos del narcotráfico. El escritor atrajo la atención de críticos como la periodista y escritora mexicana Elena Poniatowska, quien afirma que Herrera entró “por la puerta de oro en la literatura mexicana” con Trabajos del reino.

Su segunda novela Señales que precederán al fin del mundo hizo de Yuri Herrera uno de los pilares de esta nueva generación de escritores de la llamada “narcoliteratura” mexicana. Una etiqueta que el mismo Herrera –junto con otros autores– rechaza por ser muy restringida y peyorativa. En efecto, si bien las “narconovelas” tratan el tema de la violencia del narcotráfico, bajo este género hay voces y productos literarios muy distintos.

En Trabajos del reino –publicada originalmente en 2004– el lector comparte la vida palaciega de un cártel del narcotráfico a través de la mirada del Artista, compositor de corridos. Desde el principio, cunden las intrigas y se advierte de un peligro en este Palacio ubicado en la frontera Norte. El Rey –que en realidad es un capo del narcotráfico– se ve amenazado por los que quieren arrebatarle el poder –los del cártel enemigo– y por las autoridades. Además, es víctima de los maleficios de la Bruja cuya ambición es que su hija alcance la cúspide del poder.

Durante un encuentro en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona el 21 de octubre de 2012, afirma Yuri Herrera:

Hacía mucho tiempo que quería escribir algo sobre la relación entre el arte y el poder.

En esta fábula alegórica –que obliga al lector a descifrar el contenido metafórico del relato– el escritor toma como modelo un Rey como los de las monarquías europeas que tenían artistas en su corte y decide ambientar la trama en un Palacio ubicado en la frontera entre México y Estados Unidos. Se inspira también en el “narcocorridista” culichi Chalino Sánchez –asesinado a balazos después de un concierto– para crear al protagonista de su novela.

La relación entre el arte y el poder forma parte de una larga tradición literaria en América Latina. En un artículo titulado “El artista en la corte: del rey burgués al señor narco”, el escritor boliviano Edmundo Paz Soldán establece una conexión entre Trabajos del reino y la obra de dos autores latinoamericanos Rubén Darío y Roberto Bolaño que trataron en sus escritos la relación entre el arte y el poder y la función del artista en la sociedad latinoamericana:

En Nocturno de Chile hay una visión del crítico como un cortesano del poder autoritario y de la literatura como una vocación artística que procura mantenerse alejada de la barbarie, pero que es más bien cómplice de esa barbarie. […] En Trabajos del reino hay una reflexión aguda sobre el lugar del arte en una sociedad capitalista regida por los valores del narcotráfico. […] En [El Rey burgués], el escritor nicaragüense reflexiona también sobre la conexión entre el arte y su función social. Se trata de otro momento histórico, en el que el poeta ha perdido su lugar privilegiado en la sociedad y, desplazado por los valores mercantilistas, de profesionalización del arte, busca desesperadamente ese lugar perdido. En la corte del Rey burgués, mecenas aficionados a las artes, el poeta se queja de que, en la naciente sociedad moderna, su rol de profeta visionario es puesto en entredicho.

Tal como el poeta del cuento dariano, el Artista se va deshumanizando hasta convertirse en el bufón de la Corte. Su vida se reduce entonces a escribir corridos que elogien al Rey a cambio de ser parte de sus súbditos.

Herrera juega con las palabras, la obra recoge el lenguaje oral del norte del país, privilegia los silencios y omite los términos “narco”, “frontera”, “México”, “Estados Unidos”, “droga” etc. con el propósito –desde el punto de vista del escritor– de “no ofrecer esta serie de tópicos que predeterminan la reacción del lector, aunque se pueden descubrir por el contexto.”

Trabajos del reino es una novela de aprendizaje en la que se enfrentan el arte, el poder y la violencia. Los veintiséis capítulos –sin números ni títulos– exponen primero la etapa de la sumisión y la ceguera del Artista, luego en la parte central de la novela, el principio de la clarividencia y por fin, el final de la servidumbre. De la fascinación pasando por las dudas y luego la desilusión, nos enfocaremos en esta evolución que le permitirá al protagonista redescubrirse y volver a adquirir su verdadero yo al final de la novela.

[…]

[Las notas a pie de página son omitidas para facilitar la lectura en línea]

 

Coralie Pressacco (Reims). Es licenciada en Lenguas y Civilizaciones Extranjeras: Español y realizó la Maestría en Lenguas y Civilizaciones Extranjeras: Español en la Universidad de Reims Champagne Ardenne (Francia) con la tesina: «La cultura maya en la obra de Miguel Ángel Asturias». Estudia el doctorado en literatura mexicana y lingüística en la Universidad de Reims Champagne Ardenne. Se desempeña como profesora de español como lengua extranjera.

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«El poema del mundo». Un texto inédito de Xavier Abril (Lucerna N°9)

Por: Julio Isla Jiménez

«El poema del mundo» es uno de los textos inéditos que conforman el legado literario que dejó a su muerte el poeta Xavier Abril (1905-1990), y se publica gracias a la generosidad de Jorge Kishimoto, investigador y albacea del mismo. Escrito en Lima en 1942, refleja la angustia de los años de la guerra, cuyo horror ejemplifica con la alusión al Blitz, el inclemente y sostenido bombardeo de Londres llevado a cabo por la Luftwaffe alemana. El poema concluye con exaltadas invocaciones para no sucumbir ante la fiereza y deshumanización de la época y seguir buscando en el sueño, es decir, en lo que es irreductible y no instrumentalizable, la medida de la grandeza humana.

 

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Samanta Schweblin o la sinfonía de lo absurdo (Lucerna N°9)

[Extracto del estudio: «Samanta Schweblin o la sinfonía de lo absurdo». En: Lucerna N°9 (2016)]

Por: Jhonny Pacheco Quispe

1.- Una escritura de lo extraño
Al contemplar Nosferatu, una sinfonía del horror (1922), de Friedrich W. Murnau, los espectadores experimentan una perturbación psicológica, dado que el miedo, el terror, y la aparición del horror, son elementos que se imbrican, poco a poco, en cada elemento y grieta de la racionalidad con el propósito de transformarlo en una psiquis paranoica. En esta película, como en otras del expresionismo alemán, las palabras sobran, la realidad es encriptada y aislada, así como lo absurdo se torna en leitmotiv de cada personaje. La imagen radiográfica, debido al blanco y negro del écran, al parecer, revela lo siniestro, donde no hay mayores contrastes, solo pulsión que brota del inconsciente: recelo, pánico, deseo, sordidez e irracionalidad, que emparentados a un contexto de legajos dictatoriales o conflictos armados, se convierten en los pilares fundamentales de este empirismo visual.

No es gratuita la referencia a la cinta germana y que el título de este artículo tenga cierta similitud, pues desde hace algunos años apareció una prosa que indaga y recorre, de igual forma, los recovecos de la cordura con el fin de escudriñar y socavar, así como causar pavor y zozobra, algunos de sus soportes vertebrales que la estructuran: la coherencia y el sentido lógico de la experiencia. Junto con dicha escritura, la organización de la trama, el perfil delineado de sus sujetos ficcionales, así como el in media res, el dato escondido, el desvarío de las acciones y la nimia explicación de los «traumas» o disrupciones de los individuos, han posibilitado que la narrativa de Samanta Schweblin sea apreciada por un estilo personal, en el cual los muros del intelecto no resisten el embate del comportamiento dispar y absurdo en situaciones familiares y comunes.

Pero antes de proseguir con esta indagación, una interrogante se vuelve pertinente: ¿quién es Samanta Schweblin? Nacida en tierras argentinas, pero de raíces alemanas, es una de las voces surgidas a principios de este siglo en la denominada “Nueva Narrativa Argentina”, parnaso prosístico en el que encontramos a una serie de autores que no solo se han posicionado en su país, sino también en Latinoamérica y, en algunos casos, Europa, verbigracia, Félix Bruzzone, Mariana Enriquez, Luciano Lamberti, entre otros (Tomas 2012). Y ¿por qué han tenido tanto impacto en la literatura última? La respuesta es simple: utilizan en su registro la impronta realista no con el fin de describirla o comprenderla, sino para evidenciar los tabúes sociales, tergiversaciones históricas, incoherencias de una sociedad violentada por el discurso totalitario, los regímenes absurdos, las desapariciones forzadas, y la criminalidad ingente, característica última que ha empezado a poblar estos textos. Para ellos el horror no se encuentra en lo exótico; tampoco el terror se halla en mundos lejanos, dado que el orbe en el que habitan es sumamente proteico en causar turbación sin mayor explicación, ya que lo luctuoso se ha naturalizado en el quehacer cotidiano.

Si bien Schweblin discurre en aquellas singularidades, sus escritos, por momentos, alcanzan ribetes siniestros y de total desconcierto cuando, por ejemplo, los individuos de sus ficciones expresan conductas insanas, obscenas, morbosas y esquizoides. Por ejemplo, toman el asesinato como un hecho natural y lúdico sin cuestionar esa actitud; sin embargo, el proceder festivo del resto frente al crimen es más ilógico y macabro. Ante ello, notamos que la muerte es ridiculizada y banalizada hasta un grado superlativo, pues lo que se busca es atenazar el temor no a las pulsiones tanáticas, sino al apremiante deseo del espectáculo por parte de la multitud. Y es aquí donde radica el valor de su obra.

Ahora bien, pese a tratar el terror psicológico en el cual el ambiente se torna extraño, la escritora ha sabido construir una poética personal, donde los fantasmas, castillos, distopías, tiempos y lugares lejanos han dejado su lugar a las situaciones antitéticas, episodios paradójicos y escenas sarcásticas, así como a las aficiones extremas de sus personajes. Estas peculiaridades ponen de relieve lo contradictorio del pensamiento, por consiguiente, el lenguaje en su sentido básico: comunicar. Por ello, en el desarrollo de su narrativa existe una desesperación por descubrir, mas no explicar, puesto que el silencio gobierna, el pavor a la palabra frustra, la emoción no traducida espanta, el temor a decir las cosas aterra (Hola Chamy 2015).

Respecto al enfrentamiento con la palabra acechante, habría que tomar en cuenta donde se sitúa y desequilibra: el ámbito familiar o cotidiano. Varios de sus relatos se materializan en espacios privados, donde debería haber seguridad y protección del cónyuge, padres o hijos; empero, aquel recinto es confluido por un extrañamiento emocional, aberraciones sangrientas y trastornos psicóticos que propician un comportamiento disfuncional en sus actores en relación con su entorno. No es casual, entonces, la violencia, obscenidad e impudicia expresadas naturalmente ante los demás sin mayor asombro, dado que el núcleo básico de la sociedad no tiene un asidero moral ni ético en la formación de sus integrantes. Aquí la actitud de estar «sobre el bien y el mal» es el goce y el patrón de sus actuantes.

[…]

[Las notas a pie de página son omitidas para facilitar la lectura en línea]

 

Jhonny Pacheco Quispe (Jesús María, 1983). Licenciado en Literatura por la UNMSM. Tiene estudios concluidos de Doctorado y Maestría en Literatura Peruana y Latinoamericana en la misma casa de estudios. Codirigió la editorial independiente Agalma. En 2014 publicó el poemario Anatomía de la tierra. Actualmente ejerce la docencia universitaria en la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático (ENSAD) y en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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Variaciones de lo grotesco en la obra de Alberto Hidalgo (Lucerna N°9)

[Extracto del estudio: «Variaciones de lo grotesco en la obra de Alberto Hidalgo». En: Lucerna N°9 (2016)]

Por: José Antonio Espinosa

Sobre lo grotesco
Cuando hablamos de lo grotesco, nos referimos a un término que ha cambiado a través de la historia y que, más que considerarse de manera aislada, siempre ha estado engarzado con categorías complejas como lo bello, lo fantástico o lo cómico, que responden asimismo a una realidad cultural determinada. De este modo, nos parece prudente comenzar una aproximación remontándonos a los inicios del vocablo y evaluar su etimología, pues lo conecta con su origen pictórico y nos ayuda a entender su modo representacional.

Mijail Bajtín, en su libro La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. El contexto de François Rabelais, cuenta sobre el descubrimiento, a fines del siglo XV, de unas pinturas en los subterráneos de las Termas de Tito en Roma. La peculiaridad de estas decoraciones, y de otras halladas luego en otras partes de Italia, era la combinación de motivos vegetales, animales y humanos de una manera confusa y sin que hubiera límites claros entre ellos. A este tipo de pintura, desconocida hasta el momento, “se la llamó ‘grottesca’, un derivado del sustantivo italiano ‘grotta’ (gruta)”. Surge así la primera configuración de lo grotesco que es pertinente enlazar con lo que señala Philip Thomson, en su sugestivo estudio al respecto: “(…) La usualmente intensa naturaleza física de lo grotesco es lógica cuando uno recuerda que el término fue aplicado originalmente a las artes visuales… la palabra siempre ha sido aplicada a lo visual más que a lo puramente verbal. No hay nada abstracto en relación con lo grotesco”.

Aparte de lo desproporcionado, Bajtín incluirá a lo hiperbólico y caricaturesco como otras características de lo grotesco, ejemplos de esto abundan en las aventuras de los gigantes Gargantúa y Pantagruel. Otro aspecto fundamental para él es la risa, regeneradora y positiva en el medioevo. Sin embargo, a partir de la época romántica, el grotesco se aleja del carnaval y la risa va reduciendo su margen para dar lugar a la aparición de lo terrible, lo ajeno al hombre, lo maligno. Para el crítico ruso, en el siglo XX, la noción de lo grotesco se vuelve más compleja, uniendo las visiones carnavalescas y románticas. Cita al respecto las definiciones de Wolfgang Kayser en su ensayo Lo grotesco, su configuración en pintura y literatura, pero critica su concepción general de lo grotesco por considerar que hace énfasis solo en el aspecto lúgubre del término y excluye elementos que configuraban el grotesco en la Edad Media y el Renacimiento. De este modo, la concepción de Wolfang Kayser es fundamentalmente moderna, aunque no deja de relacionar el término con la monstruosidad, la hibridez o la risa (especialmente malévola).
Tomando en consideración la gama de posibilidades que ha adquirido el término, juzgamos conveniente, más que establecer una definición unívoca, preguntarnos: ¿qué elementos configuran el efecto grotesco en un texto literario? Trataremos de esbozar un recorrido. En general, lo que se da en primer lugar es una brusca desarmonía (o, irresuelto choque de incompatibles, como lo llama Philip Thomson). Lo anterior implica la existencia de un cuerpo que la padezca, de ahí la importancia de nociones como la monstruosidad o la deformidad. Conjuntamente, esta desarmonía viviente encarna un exceso que sobrepasa lo que podríamos llamar un contrato representacional aceptable dentro de un espectro cultural específico. En última instancia, aunque esencial desde la perspectiva del receptor de lo grotesco, los elementos mencionados conllevan una respuesta emocional ante la discordancia mostrada. Esta respuesta se traduce normalmente en una risa, pero en un sentido amplio del término, pudiendo ser despreocupada, como cuando vemos a Gargantúa filosofar sobre cuál es el limpiaculos ideal; o más bien rayana con lo macabro, como la mueca que generan algunas de las perversidades de Maldoror que, dicho sea de paso, apelan a nuestro recóndito gusto por lo perverso. De esta manera, el reino de lo grotesco puede ir desde lo cómico o caricaturesco hasta rozar lo monstruoso o macabro. En las siguientes líneas trataremos de mostrar estas diversas variaciones de lo grotesco en la obra de Alberto Hidalgo.

[…]

[Las notas a pie de página son omitidas para facilitar la lectura en línea]

 

José Antonio Espinosa Ureta (Lima, 1980). Realizó estudios de Derecho y Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha formado parte de proyectos culturales como el recital poético Prima Fermata Literaria y el Proyecto Epitafios, grupo de estudios sobre literatura funeraria en el Perú. Asimismo, realiza investigaciones sobre poesía visual y vanguardia. En 2015 publicó, en coautoría con Rosa Ostos, el libro Parca Voz: los epitafios del cementerio Presbítero Matías Maestro de Lima, auspiciado por la Municipalidad de Lima.

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«Como otro cuerpo en este cuerpo». Las voces de Sebastián Salazar Bondy (Lucerna N°9)

[Extracto del estudio: «Como otro cuerpo en este cuerpo». Las voces de Sebastián Salazar Bondy. En: Lucerna N°9 (2016)]

Por: Rosa Ostos Mariño

“Lima la horrible” se ha convertido en una recurrida frase de los habitantes de esta ciudad, sobre todo si se encuentran atrapados en la vorágine de su tráfico, o si transitan sus furibundas calles en invernales tardes de garúa. Sin embargo, es probable que pocos sepan que al invocar su horridez evocan también a dos figuras fundamentales de la poesía peruana. Ciertamente, la expresión que resume la “fealdad” limeña fue acuñada por el irreverente César Moro en 1949. Tiempo después Sebastián Salazar Bondy haría de ella el título de su más célebre ensayo. Pero esta frase no es lo único que tienen en común estos dos personajes. Cada uno fue en su momento una figura clave de su generación; ambos contribuyeron de manera decisiva a la reflexión crítica sobre el Perú; ambos han legado a la posteridad una importante y poco conocida producción poética. En efecto, podría decirse que la celebridad de la poesía de Salazar Bondy es tan tenue como el pálido gris de la urbe que retrató con aguda y punzante pluma.

Corría el año 1965 cuando la muerte lo sorprendió tempranamente dejando tras sus 41 años de vida una importante y polifacética producción intelectual como vate, dramaturgo y ensayista. Probablemente las palabras que mejor describan el valor de su obra sean las de Luis Loayza, quien afirmó lo siguiente:

No nos dejamos llevar por el afecto y la admiración cuando decimos que Sebastián Salazar Bondy es irremplazable, que su muerte nos ha privado de la más necesaria de las presencias en nuestro ambiente intelectual. Salazar no sólo era uno de nuestros primeros escritores, autor de una de las obras más importantes y diversas de la actual literatura peruana, sino también nuestro gran animador. No se puede escribir en el Perú sin deberle algo porque él cambió en nuestro país la condición del escritor.

La actividad poética de Salazar Bondy se inició precozmente con Voz desde la vigilia (1944), poemario de juventud al que se fueron sumando Cuaderno de la persona oscura (1946), Máscara del que duerme (1949), Los ojos del pródigo (1951), Confidencia en alta voz (1960), Vida de Ximena (1960), Cuadernillo de oriente (1963), El tacto de la araña (1965) y Sombras como cosas sólidas (1966). Como puede advertirse, la escritura poética fue un hacer constante en su polifacética vida, actividad que consideró como la expresión de una libertad que debe ejercerse más allá de los “grilletes intelectuales”. En las líneas siguientes nos ocuparemos, precisamente, de la actitud poética de Salazar Bondy, intentando confrontar su pensamiento estético –expuesto en diversas notas periodísticas– con su propia poesía.

El arte y la poesía
El siglo XX ha sido calificado por Estuardo Nuñez como el siglo en que desde la literatura se forja una imagen total del mundo. Valiéndose de una metáfora musical, Nuñez grafica el proceso de toma de conciencia del escritor latinoamericano en un escenario predominantemente europeo afirmando lo siguiente: “Esta imagen del mundo total es como una Sinfonía del Viejo Mundo al que se incorpora armoniosamente el Nuevo Mundo, conjunción de tonos que crece en intensidad y en carácter […]” En efecto, como lo explica el propio Nuñez, esta toma de conciencia fue dejando atrás “[l]a actitud en general de mirar a los europeos –a las figuras de las letras o de la cultura– de lejos, como a los monumentos o las instituciones, como objetos y no como sujetos.”

Esta interesante observación nos permite entender de cierto modo la actitud de algunos poetas peruanos que, superando las predeterminaciones de las poéticas europeas del pasado siglo, llevaron a cabo una personal e intensa búsqueda de la poeticidad y lo poético a partir del renovador y fructífero contacto con las estéticas del viejo continente. Uno de esos poetas fue Sebastián Salazar Bondy. En este sentido, un repaso por su obra nos permite apreciar la múltiple genealogía a la que se adscribe, la que incluye no solo grandes nombres de la poesía europea sino también referentes nacionales, vistos todos ellos con dialogante espíritu crítico. Basta observar, por ejemplo, los muchos epígrafes que se integran a su poesía haciéndola convivir con tradiciones y horizontes literarios de distinta raigambre y época.

[…]

[Las notas a pie de página son omitidas para facilitar la lectura en línea]

Rosa Ostos Mariño (Lima, 1974). Realizó sus estudios de literatura en la Universidad de San Marcos. Obtuvo el master en Teoría literaria en la Universidad París 7; actualmente cursa el doctorado en Literatura latinoamericana en la Universidad París 3 Sorbonne Nouvelle, donde escribe su tesis doctoral sobre la obra poética de César Moro.

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Lucerna No. 9, Poesía

Siete poemas de Brayan Rojas Osores

Brayan Rojas Osores (Ica, 1990)

Presencia y derrota

Hubo un día en que el día no engañaba.
Luis Cernuda

Me vuelvo contra una estrella negra, mi amor se regocija en diámetros eléctricos, y cada diámetro que hay en ellas las guardan celosas de mi llanto.
Hay en todo esto una metáfora de arcilla que hace notable su derrota, claro es el ejemplo de un áspero cariño que nadie me profesa y su presencia es la promesa de una primavera –a primera vista– separada de lo imaginable.
Temo que el cielo sepa quién es él cuando lo acuse en contra de ustedes. No silbo nombres ni edades que también revelen una sucesión de números en quiebra.
Alguien con labio de mujer alcanzó a decir que me quería, debe ser aquel planeta resucitado que olvidó decir lo que yo debí decir mientras soñaba. Pero se presenta como una fruta amenazante, debo de comerla –pienso– y otra vez se ensarta en esa línea recta que destejo mientras hablo.
Mejor callo, mejor no presumir, tal vez la soledad sepa lo que hace mientras la acompaño. Y la metáfora de arcilla que arrastré hasta aquí entre pensamiento y pensamiento, sucumbe porque no le di la mano.

 

 

 

Escondite de sol

A José de la Roca

He perdido el silencio
el gusto de decir
con estas manos que tejen
y destejen las mismas palabras
con las que se escribe
una carta o se hace un puente
hacia los oídos del viento.

Qué sabio no vive con la verdad dormida en la boca.

Si debajo del agua, somos los mismos seres
que al unísono se despiertan para decirse adiós.

 

 

 

I

Esto es cierto:
Cierro los ojos
limpio el césped lleno de ti
caen tus ojos
llenos de miel
las hormigas saben a mí
el sol es tuyo si pienso en él
no lo espantes
el poema es un insecto lleno de mí.

 

II

Incluso una
promesa
consta de tres partes

incluida en ella
la perplejidad
de los tres
segundos en un tren

 

 

 

Darmer

Discutí sentado el camino de la tristeza

Mientras hablo mientras levanto un hombro para saludarte

sin ninguna condición practico ser el mar

el vómito de ciertas especies que no te saben bien.

La propia sal me sirve para endulzar los días que no vienes.

Algunas veces salgo a caminar de puntillas y a mi regreso

arrastro hacia la orilla toda la arena que no pude regalarte.

Y te imagino con el sol recostada sobre aquella playa

―donde el amor no está― para olvidarme.

 

Practico ser el mar y aquí termino:

los pescadores no saben escribir mi nombre

no saben que dentro del mar habita otro mar.

Entonces mientras hablo mientras levanto un hombro para despedirme

toco las extremidades que me quedan y parecen las pinzas de un muerto.

 

 

 

Mejor no ir al mercado

 

Lo mejor es recibir el abecedario por debajo de la puerta

lo mejor es que sol rinda otros exámenes de conciencia

lo mejor es que el espejo tórnase en agua quieta en nuestro cuerpo

lo mejor es que el pan exceda su textura hacia otras galaxias

lo mejor es un imán de bicicletas: ve de vuelta a casa

ve a casa devuelta: devuelto en un timón de abejas

lo mejor es pensar en el tapete y pintarlo de azúcar

lo mejor es que las hormigas pasen a mi biblioteca a delinear otro libro
con las hojas secas pegadas a su boca

o una cadena de grillos
facsímiles que arden tan cosmopolitas lejos de casa

lo mejor es que la educación no se libere de los niños y nos libere árboles-niños

lo mejor es que el gobierno también aprenda en casa.

 

Después de soñar en un jardín prestado

lo mejor es desayunar en el almuerzo y cenar misericordias nacionales

lo mejor es guardar el dinero en el rincón de las arañas para que al tejerlo no se acabe

lo mejor será recuperar otras lecturas: la pandemia es una filosofía de abrazos.

 

 

Florecer buscando explicaciones

 

Ya no soy un niño

pero me cuesta trabajo compartir con Dios el desayuno

fotocopiar el pan y el dinero que no alcanza para curar el cáncer

y dejar que el corazón de algunas frutas se pierda en la licuadora.

 

No sé si el hombre de la casa todavía no ha nacido

no sé si el sol me impida ser un hombre

para comprarle una bolsa de té a las mariposas que me sanan de la primavera ausente

tener treinta años de árboles y cuatro ojos de bosque

y un concierto de ardillas que dejé colar a mi capa de ozono para boicotear el invierno.

 

A mi hermana que toma la vida en serio por algún lado

le ofrezco estas pobres reliquias.

 

 

 

Brayan Rojas Osores (Ica, 1990). Estudió Lengua y Literatura en la Universidad San Luis Gonzaga de Ica. Dirigió la revista literaria Algamaris. Figura en la antología de la poesía iqueña Poetas en la Arena (2017). Obtuvo el Primer puesto del concurso de Poesía, organizado por el XIII Congreso Nacional Lingüístico Literario Juan Donaire Vizarreta y el V Congreso Internacional Antonio Gálvez Ronceros (Ica, 2016). Sus poemas han aparecido en revistas como Lucerna. Ha circulado diversas plaquettes. Actualmente ejerce la docencia y prepara su primer libro.

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Lucerna No. 9, Poesía

Tres poemas de Lisbeth Curay (Lucerna N° 9)

Lisbeth Curay (Lima, 1993)

NN

I
Lijamos una silla sobre tu cabeza
Y tu cara se hizo barro
¿Qué hacer?
Deslizar un dedo sobre tu boca
Que ya no es boca
O ponerle un lunar a tu ojo
Que ya no es ojo
Sembré un diente en la maceta
Para darte otra lengua
Y aún
No dices mi nombre

II
¿Cómo debemos nombrarte
Antes de sumergirte en la tierra?
Salmón, grulla o erizo

III
La espesura del paisaje
No cabe sobre tus nalgas
–Salmón–
Sigue lamiendo lo que el viento lame
Aguza el filo de tus dientes
Cuando la tierra
Te toque
Abre la boca
Grande
Abre la Boca

IV
Los muertos que (no) son de uno
Gritan:
Quemaremos nuestra carne
¡No más cáscara humana!

 

Sabor alambre

Este olor a leche y veredas meadas es parecido al amor / mordida inocua en la pata que parece doler ante la luz / distante como las lúcumas, así, eres a veces / logras matizar tu piel en la corteza de cualquier árbol / pero nunca inclinas la espalda al dormir sobre la mesa / vemos niñas lamerse las uñas / He visto niños limpiarse los oídos / nada cuaja en este charco / otras voces entrarán en él / Yo / muerdo la tibia cresta de mi gallo continuamente bajo el sueño / atribuyo mi cansancio al otoño / hoja incrustada entre mis sienes / ¿sigues siendo sonámbula hiedra que se abre paso entre las lianas? / No / soy un reptil / mi infancia es un gerundio que se repite una y otra vez bailando / No ignoro la lluvia / tampoco olvido tu miedo a los bordes / mantengo una luz entre las piernas / junto un viejo cartel que dice se vende / Esperanza en buen estado / es mi sabor / ¿sabor-alambre?

 

Luz insuficiente

Todas las superficies ásperas
me seducen,
al pintar una pared de blanco
y no tener las manos vacías
encuentro un placer primordial
en las lijas pequeñas
en los contornos de los vidrios
en todas las ventanas
dos veces fue demasiado sombra
guardo el fuerte olor de la
vainilla derramada
siento el ardor de los bosques
que se incendian
allá, muy lejos
las víboras escapan
y estás cavando una zanja
para sembrar azucenas amarillas
se pierden los muertos que
dejé olvidados
los árboles se quejan de sus frutos
la partícula se asienta (¿dónde?)
la mujer desaparece (eso fue un sueño)
llegan las lluvias, la barca se pone en marcha (lo dice la biblia)
no sé quién toco la puerta (seguro un niño y se fue corriendo)
cada escama de pez
es un trozo de mar
lo dijo un pescador
entre sus redes
germinan algas
las tortugas vienen a comer
He permanecido inmóvil
Al borde de un abismo fulgurante
Nada se ve
no sé quién pudo dejarme
ahora que amo el día
y esta pequeña luz es
insuficiente.

 

Lisbeth Curay (Lima, 1993). Estudió Antropología en la Universidad Nacional Federico Villarreal. Forma parte de Cinco Minutos Cinco, asociación cultural que se encarga de promover las artes audiovisuales en el distrito de Villa María del Triunfo. Ha publicado poemas en revistas diversas y prepara la publicación de su primer poemario.

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Lucerna No. 9, Poesía

Poema de Yemira Maguiña (Lucerna N° 9)

Yemira Maguiña (Puno, 1990)

ESPEJOS, PAPÁ, ESPEJOS

I
Nadie sabe que te escondes
en las callejuelas de un pueblo fantasma
y sin embargo saben
que esas calles las pintaste tú

Padre, mi fiebre empeora
te he llamado
mi voz se apaga
veo los últimos recuerdos
y ya no sé cómo llamarte
si etéreo o vacío.

II

Hay un espejo en la pared
me veo el cabello corto y lacio
debo pesar unos kilos arruinados
soy de arena
un canela amarillento
llena de burbujas y aire putrefacto

Se acerca el espejo
con tristes mensajes
ah…
mi vida ha dormido tantos soles…

III

Bailo al compás de tus zapatos
bien lustrados
con un vestido triste
roído
infeliz

¿qué será esta pieza?
¿serán nuestros cielos?

Voy a dar vueltas
voy a girar
los malos presagios vienen
qué importa, padre
giremos, giremos, giremos.

 

Yemira Maguiña (Puno, 1990). Estudió la especialidad de Lengua, Literatura, Psicología y Filosofía en la facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional del Altiplano de Puno. Egresada de la Maestría de Lingüística Andina y Educación de la misma universidad. Ha publicado un poemario titulado Arco Amoris (2015). Actualmente dirige Anaquel Editores y colabora con columnas de opinión en distintos medios de comunicación.

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Lucerna No. 9, Traducciones

Poemas de La vida en marte de Tracy K. Smith (Lucerna N° 9)

Tracy K. Smith. Fotografía de Marlene Lillian.

Tracy K. Smith. Fotografía de Marlene Lillian.

En la sección de traducciones del noveno número de Lucerna, además de dos clásicos como Ernest Renan y Paul Valéry, incluimos también traducciones de poemas de la poeta norteamericana Tracy K. Smith, nacida en Massachusetts en 1972, y autora de tres libros de poesía: The Body’s Question (2003), Duende (2007) y Life on Mars (2011), libro que en 2012 recibió el premio Pulitzer de Poesía y del cual hemos seleccionado diez poemas. La selección, traducción y presentación estuvo a cargo del poeta, crítico y traductor José Miguel Herbozo.

Sacramento

Todas las mujeres cantan cuando el dolor es demasiado.

Pero primero hay un silencio profundo y perturbador.

No sé qué se mueve en ellas, qué es lo que quiere

derribarlas por completo. No es el niño

que solo sabe obedecer. Este algo

las saca de la conversa a una danza tonta,

que las pone de rodillas, suplicando morir. Luego

las levanta del cabello, o las recuesta de espaldas

y las golpea en la cabeza. Es así como lo ven,

tan intenso como la muerte, controlando el ahora.

Y otra vez, tras una pausa. Ahora. Nada más

existe allí entre ellas y eso. Quema el aire,

chamusca el sonido. Sus voces se hunden profundo en ellas

adentro, a través de la carne, en el infierno del cuerpo. A veces

toma una eternidad a esa canción que solo los animales saben

para trepar de vuelta el aire o hacer estallar la garganta.

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Entrevistas, Lucerna No. 9

«Mi poesía es elogio del mundo». Entrevista al poeta José Morales Saravia (Lucerna N°9)

En la novena edición de Lucerna inauguramos nuestra sección de entrevistas con una larga conversación con el poeta y crítico José Morales Saravia, quien es autor de uno de los proyectos poéticos más ambiciosos y orgánicos dentro de la poesía peruana contemporánea, iniciado con Cactáceas en 1979 y que ha sido ampliado sucesivamente en posteriores publicaciones. Desde hace décadas radica en Alemania, donde se desempeña como profesor del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Católica de Eichstätt y de la Universidad de Würzburg. La entrevista estuvo a cargo de Mateo Díaz Choza y Yoni Príncipe Hernández.

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