Brayan Rojas Osores (Ica, 1990)
Presencia y derrota
Hubo un día en que el día no engañaba.
Luis Cernuda
Me vuelvo contra una estrella negra, mi amor se regocija en diámetros eléctricos, y cada diámetro que hay en ellas las guardan celosas de mi llanto.
Hay en todo esto una metáfora de arcilla que hace notable su derrota, claro es el ejemplo de un áspero cariño que nadie me profesa y su presencia es la promesa de una primavera –a primera vista– separada de lo imaginable.
Temo que el cielo sepa quién es él cuando lo acuse en contra de ustedes. No silbo nombres ni edades que también revelen una sucesión de números en quiebra.
Alguien con labio de mujer alcanzó a decir que me quería, debe ser aquel planeta resucitado que olvidó decir lo que yo debí decir mientras soñaba. Pero se presenta como una fruta amenazante, debo de comerla –pienso– y otra vez se ensarta en esa línea recta que destejo mientras hablo.
Mejor callo, mejor no presumir, tal vez la soledad sepa lo que hace mientras la acompaño. Y la metáfora de arcilla que arrastré hasta aquí entre pensamiento y pensamiento, sucumbe porque no le di la mano.
Escondite de sol
A José de la Roca
He perdido el silencio
el gusto de decir
con estas manos que tejen
y destejen las mismas palabras
con las que se escribe
una carta o se hace un puente
hacia los oídos del viento.
Qué sabio no vive con la verdad dormida en la boca.
Si debajo del agua, somos los mismos seres
que al unísono se despiertan para decirse adiós.
I
Esto es cierto:
Cierro los ojos
limpio el césped lleno de ti
caen tus ojos
llenos de miel
las hormigas saben a mí
el sol es tuyo si pienso en él
no lo espantes
el poema es un insecto lleno de mí.
II
Incluso una
promesa
consta de tres partes
incluida en ella
la perplejidad
de los tres
segundos en un tren
Darmer
Discutí sentado el camino de la tristeza
Mientras hablo mientras levanto un hombro para saludarte
sin ninguna condición practico ser el mar
el vómito de ciertas especies que no te saben bien.
La propia sal me sirve para endulzar los días que no vienes.
Algunas veces salgo a caminar de puntillas y a mi regreso
arrastro hacia la orilla toda la arena que no pude regalarte.
Y te imagino con el sol recostada sobre aquella playa
―donde el amor no está― para olvidarme.
Practico ser el mar y aquí termino:
los pescadores no saben escribir mi nombre
no saben que dentro del mar habita otro mar.
Entonces mientras hablo mientras levanto un hombro para despedirme
toco las extremidades que me quedan y parecen las pinzas de un muerto.
Mejor no ir al mercado
Lo mejor es recibir el abecedario por debajo de la puerta
lo mejor es que sol rinda otros exámenes de conciencia
lo mejor es que el espejo tórnase en agua quieta en nuestro cuerpo
lo mejor es que el pan exceda su textura hacia otras galaxias
lo mejor es un imán de bicicletas: ve de vuelta a casa
ve a casa devuelta: devuelto en un timón de abejas
lo mejor es pensar en el tapete y pintarlo de azúcar
lo mejor es que las hormigas pasen a mi biblioteca a delinear otro libro
con las hojas secas pegadas a su boca
o una cadena de grillos
facsímiles que arden tan cosmopolitas lejos de casa
lo mejor es que la educación no se libere de los niños y nos libere árboles-niños
lo mejor es que el gobierno también aprenda en casa.
Después de soñar en un jardín prestado
lo mejor es desayunar en el almuerzo y cenar misericordias nacionales
lo mejor es guardar el dinero en el rincón de las arañas para que al tejerlo no se acabe
lo mejor será recuperar otras lecturas: la pandemia es una filosofía de abrazos.
Florecer buscando explicaciones
Ya no soy un niño
pero me cuesta trabajo compartir con Dios el desayuno
fotocopiar el pan y el dinero que no alcanza para curar el cáncer
y dejar que el corazón de algunas frutas se pierda en la licuadora.
No sé si el hombre de la casa todavía no ha nacido
no sé si el sol me impida ser un hombre
para comprarle una bolsa de té a las mariposas que me sanan de la primavera ausente
tener treinta años de árboles y cuatro ojos de bosque
y un concierto de ardillas que dejé colar a mi capa de ozono para boicotear el invierno.
A mi hermana que toma la vida en serio por algún lado
le ofrezco estas pobres reliquias.
Brayan Rojas Osores (Ica, 1990). Estudió Lengua y Literatura en la Universidad San Luis Gonzaga de Ica. Dirigió la revista literaria Algamaris. Figura en la antología de la poesía iqueña Poetas en la Arena (2017). Obtuvo el Primer puesto del concurso de Poesía, organizado por el XIII Congreso Nacional Lingüístico Literario Juan Donaire Vizarreta y el V Congreso Internacional Antonio Gálvez Ronceros (Ica, 2016). Sus poemas han aparecido en revistas como Lucerna. Ha circulado diversas plaquettes. Actualmente ejerce la docencia y prepara su primer libro.