
Amaru
Cuando pienso en Fitzcarrald y en sus mercenarios,
cuando pienso que esos genocidas eran hombres
me dan ganas de nacionalizarme culebra
César Calvo, Las Tres Mitades de Ino Moxo
Viendo encarnarse repetidamente
la Historia de América en una sucesión
de éxodos y ríos escarlatas
desearía jamás haber aprendido
la lengua de Fitzcarraldo
Ah tú y yo sólo hemos aprendido
una canción de destierro
y la lengua de exilio sorberá el caldo
de nuestros hijos desmemoriados
Pero no huyas de esta máscara
que ahorca cual serpiente
y dice llamarse castellano abrázala
hasta volver cenizas los maderos
del autoproclamado amor
Vuelve en cualquier forma
jaguar hoja demonio
vuelve en cualquier sexo
vuelve incluso sin sexo
pero vuelve
No me dejes solo conspirando con la imagen
de los desaparecidos
cuando ya no soy más
que un cuervo blanco
hurgando en la memoria
Microeconomías
Los pasos de mi madre rondan ajenos
por las famélicas estancias
donde pastorean estoicos rebaños
con su inflamable marsupio
La llegada de un hermano reconfigura
las dimensiones de las hostias
y por más que amanse masas míseras
siempre hallará tras las puertas del horno
el pastel que nunca leuda
He aprisionado el flujo de la Historia
y el quid de la existencia he visto
a los corderos morderse de sus paradigmas
y a mi madre atesorar con incertidumbre
el germen del Hombre
pero sobre todo
ofrendarnos amorosamente
la plusvalía de un hogar hecho de migajas
Y al ver a los animalitos que criamos
proliferar leudar vivir
sin importar el final certero
nos vi luchando hambrientos
sabiendo que nuestro destino probablemente
era caer malheridos sobre las manos limpias
del Mercado
Pero aún mi madre de pasos inflamados
se levanta
en búsqueda de la canasta familiar
censa las cifras de exponenciales trayectorias
regresa a casa a veces sola
con su corazón indivisible en mano
y lágrimas que aún no le son arrebatadas
por la inflación
Y aunque desconozca a Malthus
Smith o Keynes
o qué trocha conduzca a Wall Street
sabe que a diario nacen seres hambrientos sin pan
sospecha que juega a los dados
un tendero de manos invisibles
desconfía de la libre economía del miedo
y claro que sabe de martes jueves diciembres negros
¿y por qué no?
grandes depresiones
Kawai O’o
Ah, tú y yo habitamos en una tierra difusa, con grietas
tan profundas que impiden el encuentro.
Diamela Eltit, El infarto del alma
Cuanto pueden las aves es desnudar
nuestros empobrecidos alcázares
del amor con su lírica de siglos
y secretamente avisarme
si en tus ojos han vuelto a asomarse
los peces de la primavera
Porque arañando el aire
me digiere este duelo imposible deshojando
mis plumas más concupiscentes garganta
que reclama tus alas del tiempo
Qué elegancia tienen las aves
para disimular su fantasma en celo
levantando alcázares enramados
lustrando sus colores brillantes
que llaman a la muerte
Cada vez que los peces y las aves
te pierden el rastro arrullo mis ansias
con el canto de pájaros extintos
¿Cuántas veces el amor me habrá encontrado
caminando solo sobre las arcas del diluvio?
¡Cuántas veces habré perdido el tiempo
haciendo del amor un estandarte de espaldas
a los animales!
Gabriela Atencio (Lima, 1994). Egresada de la Facultad de Ciencias y Filosofía de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Fue finalista en el VII Concurso Nacional de Poesía Scriptura para Mujeres (2020) y en el III Premio Internacional de Poesía Joven Francisco Ruiz Udiel (2021).