Lucerna No. 6, Traducciones

William Shakespeare 450 años: 1564-2014 (Lucerna N° 6)

William Shakespeare

[Extracto de la presentación de «William Shakespeare 450 años: 1564-2014», selección de traducciones de sonetos y escenas de Enrique V, Troilo y Cressida, Romeo y Julieta, Hamlet, Macbeth, El rey Lear y La tempestad, por parte de Ricardo Silva-Santisteban, en ocasión de los 450 años del nacimiento de William Shakespeare. Publicado en Lucerna No. 6 (Diciembre 2014)]

Por: Ricardo Silva-Santisteban

Así como decimos que Homero es un poeta, aunque se trate de un narrador, así también decimos que Shakespeare es un poeta aunque se trate de un dramaturgo. No solo porque se exprese en verso. Ya se sabe que puede existir verso sin poesía y que puede existir poesía en prosa. El instrumento utilizado por Shakespeare es el verso, pero hay momentos en que también utiliza la prosa. El artificio y la indudable calidad de su poesía, al igual que la vastedad de su concepción imaginaria y las espléndidas imágenes que colman sus obras ha hecho que se le considere como el más grande y representativo de los poetas ingleses. Sus dramas se encuentran henchidos de poesía. Sin embargo, en un tiempo como el actual que se ha restringido a nombrar como poesía solo a la poesía lírica, esto requiere una explicación.

El teatro de Shakespeare siempre se ha destacado por tratarse de la escritura de dramas poéticos, es decir, representaciones en las que la poesía toma el carácter principal de su creación. Debe tenerse en cuenta, en primer lugar, que sus dramas se escribieron para ser representados y que una obra dramática contiene personajes, argumento, convenciones, vestuario, etc. La expresión dramática es un arte de equilibrio y de ponderación. Es necesario en cualquier drama que la revelación del alma de los personajes se realice a través del desarrollo de la obra y además mantener el interés de una audiencia que sigue las peripecias del argumento. Se comprende cuán difícil es, además, insuflar un drama con una elevada poesía cuando existen tantos requerimientos a observar en una representación teatral. Al tratarse el teatro de la más social de las formas literarias, como bien dice George Steiner, se deduce la existencia de un conjunto educado que puede apreciar este tipo de representaciones. Al construir un drama con los ornamentos del poema, la habilidad del dramaturgo debe ser de un carácter superior. Se sabe que grandes poetas han escrito obras que superan o ignoran las posibilidades de la representación. No es el caso de Shakespeare que en el estilizado escenario del teatro isabelino construyó sus obras respetando, por ejemplo, el principio de la limitación temporal y del espacio de la puesta en escena. Así pudo expandirse en una obra tan larga como Hamlet o de tantos lugares escénicos como Antony and Cleopatra. Con un verso que se fue flexibilizando con el paso del tiempo, Shakespeare pudo dar vida poética a sus dramas con una economía cada vez más admirable. No se trata de momentos poéticos aislados que pueden seleccionarse de sus obras sino de una corriente poética continua que discurre a través de sus versos y de la estructura de las escenas.

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Cinco poemas de Dylan Thomas (Lucerna N° 6)

 

[Presentación de la traducción de «Cinco poemas de Dylan Thomas», publicada en Lucerna No. 6 (Diciembre 2014)]

Traducción: Alessandra Miyagi Fukushima

En la breve pero fulgurante carrera poética de Dylan Marlais Thomas (1914-1953), encontramos al poeta galés, ya desde sus primeros poemas, en plena posesión de sus poderes poéticos. Por ello en esta breve selección que presentamos en ocasión del centenario de su nacimiento, antes que una muestra que intente representar todas las etapas de su producción poética desde un punto de vista cronológico, seleccionamos poemas que afrontan una de sus más hondas preocupaciones: el enfrentamiento con nuestra condición mortal y el anhelo de trascendencia que surge a partir de él. A través de sus intrincadas imágenes percibimos en estos poemas, la irresuelta tensión entre la aceptación de la ineludible realidad de nuestra destrucción y un voraz deseo de perpetuarse a toda costa. El más temprano será «Light breaks where no sun shines» del libro 18 poems (1934), seguido de «I have longed to move away», «Grief thief of time» y el famoso «And death shall have no dominion» de Twenty-Five Poems (1936). El último poema seleccionado «In my craft or sullen art» de Deaths and Entrances (1946), será más bien una suerte de breve arte poética en el que el poeta declara al servicio de quien se encuentra su oficio o «arte oscuro», es decir, la poesía, y que parece estar en concordancia con la frase con que concluye su llamado «Poetic manifesto» (1951): «La función y alegría de la poesía ha sido y es la celebración del hombre, que es a la vez la celebración de Dios».

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